Relato de la expedición Khane Valley 2025 - Karakoram (Baltistan)

     
     



De izquierda a derecha: Ekaitz Maiz, Joseba Iztueta "Iztu", Ibon Mendia y Pablo Escudero

 

Hace unas semanas, un equipo formado por los alpinistas Ekaitz Maiz, Pablo Escudero, Ibon Mendia y Joseba Iztueta “Iztu”, efectuaron una expedición al Khane Valley, en el Karakoram de Pakistán, con diversos objetivos en mente.

Tras más de un mes en el valle, efectuando intentos varios a las cimas más emblemáticas del valle como el Hidden Peak o la Trident Tower entre otras, las adversas condiciones climatológicas y del terreno, aconsejaban prudencia. Finalmente pospusieron los intentos para otro año en que las condiciones sean mejores.

Ekaitz Maiz nos hace llegar la crónica de esta expedición, en la además se pusieron a prueba materiales diversos como el MICROMO de Jetboil o las gafas de sol DENALI i ROS X de Sinner, de las que nos envían sus comentarios al final de la crónica.

Crónica de la Expedición:

Salimos de Barcelona el 30 de junio rumbo a Islamabad. La expedición la formábamos cuatro personas: Pablo Escudero, Ibon Mendia, Joseba Iztueta “Iztu” y yo (Ekaitz Maiz). Tras el viaje inicial y un día en Skardu para compras y gestiones, nos trasladamos en 4x4 al pueblo de Khandey.

Al día siguiente salimos andando desde Khane y, después de dos días de aproximación, instalamos el campo base a 4.500 metros. La aproximación se nos hizo muy larga, con mucho calor y varios de nosotros con problemas digestivos.

El valle resultó más estrecho y expuesto de lo esperado: las altas temperaturas provocaban constantes caídas de piedras. Pese a las opciones que ofrecía el entorno, costaba ver líneas claras y seguras. Entre exploraciones y esperas por el tiempo, pasamos muchos ratos jugando al ajedrez, a los dados y leyendo.

 

** Todas las fotos corresponden a la colección de Ekaitz Maiz

 
     
 
El 7 de julio, Pablo e Ibon fueron a explorar hacia el Hidden Peak, mientras Iztu y yo nos acercamos al valle formado por el Tangra Tower, el Trident Tower y el Agil Tower.

El terreno no ofrecía demasiadas garantías, aunque en la Trident Tower descubrimos un sistema de fisuras que parecía prometedor. A partir de entonces centramos allí nuestros esfuerzos.

Hicimos varios porteos; de esta manera subíamos hasta los 5.200 metros, donde se encontraba la base de la pared, y al mismo tiempo íbamos aclimatando. Pero siempre condicionados por el mal tiempo. El 13 de julio empezamos a escalar y logramos fijar unos 200 metros de cuerda en la pared.

Al día siguiente se anunciaba mal tiempo, así que decidimos dejar todo preparado para la siguiente ventana de buen tiempo. La meteorología volvió a cerrarse: lluvias continuas, días enteros dentro de las tiendas entre partidas de dados, ajedrez y alguna película.

Cuando había alguna pequeña ventana y no llovía, aprovechábamos para escalar vías cortas que equipamos cerca del campo base. Pablo, Ibon e Iztu llegaron incluso a intentar la Hidden Tower, aunque se retiraron a pocos metros de la cima, sorprendidos por una tormenta en medio de una gran nube.
     
Por fin llegó una ventana de tres días de buen tiempo. Teníamos todo preparado en la Trident Tower. Nuestro plan era aproximarnos hasta nuestra tienda el primer día, de esa manera esperábamos que la pared se secase. Al día siguiente queríamos escalar desde el amanecer hasta la cima.

El 28 de julio, Iztu y yo nos levantamos a las 03:00 de la mañana, desayunamos y empezamos a jumarear por las cuerdas que habíamos fijado dos semanas antes. Enseguida notamos que las cuerdas estaban mojadas, y que muchas partes de la pared también.

El esfuerzo, la roca mojada y el estado del terreno convirtieron la escalada en lenta y dura. Calculábamos que nos faltaban unos 4 o 5 largos para la cima, pero se veían tramos difíciles y, al ritmo que llevábamos, no llegaríamos de día.

Hacia las cinco de la tarde decidimos retirarnos, en parte porque estábamos agotados y en parte por el riesgo evidente de caída de piedras.

Durante el descenso presenciamos grandes caídas de bloques desde el collado que formaban las cimas del Trident; algunas tan cerca que solo nos libramos de milagro. Rapelamos con mucha tensión, además, las cuerdas mojadas al lanzarlas se enredaban en “bolos” difíciles de deshacer, lo que añadía más tensión al ambiente.

Las caídas de piedras fueron constantes tanto el día que escalamos como el día siguiente, y concluimos que el valle ya no ofrecía paredes seguras para escalar.
 
     
 
Al regresar al campo base, Pablo e Ibon, que habían intentado abrir una nueva ruta en el Ilford Peak, nos comentaron que se habían quedado atrapados en un mar de seracs.

Escalaron y rapelaron varios de ellos, pero no progresaron como esperaban. Las condiciones en el Ilford Peak eran similares a las de nuestro valle: continuas caídas de piedras que no ofrecían ninguna seguridad. Finalmente, también optaron por retirarse.

Los días siguientes confirmaron esa impresión: continuos desprendimientos en todas las paredes del valle. La lluvia no paraba, los ríos crecían, el campo base llegó a inundarse y tuvimos que evacuarlo, subiendo las tiendas a lo alto de la morrena.

Las noticias que nos llegaban vía satélite hablaban de fuertes inundaciones en Baltistán. El 2 de agosto recogimos definitivamente el campamento y emprendimos el regreso, con ayuda de los porteadores y resolviendo pasos complicados en ríos crecidos.

Casi todos los puentes de los valles habían sido arrastrados por los ríos, incluido un puente de hormigón de unos 15 metros de ancho en el pueblo de Khane.
     
Tras pasar por Khane y Khandey, visitamos fugazmente el valle de Nagma, mucho más amplio y con menor riesgo de desprendimientos, antes de volver a Skardu. Allí disfrutamos de la primera ducha tras un mes en la montaña.

Adelantamos el vuelo de vuelta para evitar quedar bloqueados por la lluvia. El 5 de agosto volamos a Islamabad, donde pasamos unos días de calor sofocante antes de regresar a Barcelona, no sin retrasos y problemas de conexión.

La expedición fue un gran aprendizaje. Visitamos un valle con gran potencial, pero la combinación de altas temperaturas y lluvias constantes provocaba continuos desprendimientos de rocas.

Todo ello convirtió la estancia en un ejercicio constante de espera y paciencia, y nos forzó a una retirada prudente. Veremos si en un futuro regresamos a terminar las rutas que dejamos a punto de caramelo.
 
Pruebas de material JETBOIL y SINNER

Durante toda la expedición, los días soleados, en los que la radiación en esta altitud es mucho mayor que en casa, utilice las gafas de sol DENALI i ROS X de Sinner. Ambos modelos se adaptan perfectamente a mi cara y son muy cómodas de llevar. Las ROS X para zonas sin nieve y las DENALI para los glaciares y zonas nevadas.
 
 

Además, el hornillo MICROMO de Jetboil nos daba las garantías de funcionar perfectamente después de estar mas de 3 semanas en el glaciar del Trident tower a 5200m.

Varios días almacenado en el petate y después dentro de la tienda que instalamos. A pesar de este ajetreo, seguía fundiendo la nieve como si estuviésemos en casa.


Todo un lujo poder contar con materiales de esta calidad en lugares donde son la clave para poder desarrollar la actividad que mas nos gusta hacer. Unos elementos imprescindibles.